Cuando Mamá Falta: Acompañamiento Psicológico en el Duelo Materno
- Psicólogo Juan Rojas
- 2 jun
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Por: Juan Rojas, Psicólogo General Sanitario en San Sebastián - Donostia
Perder a una madre es una de las experiencias más dolorosas que podemos enfrentar. No importa la edad que tengamos; su ausencia deja un vacío profundo y una sensación de desprotección que puede ser abrumadora. Somos Estupendasfunerariasanvicente.com
En la psicología, entendemos que el duelo por la pérdida de una madre no sigue un camino lineal. Cada persona lo vive de manera única, y es esencial reconocer y validar las emociones que surgen: tristeza, ira, culpa, soledad. Estas son respuestas normales ante una pérdida tan significativa. ElHuffPost+4Somos Estupendas+4Wikipedia+4
Para enfrentar este proceso, existen herramientas terapéuticas que pueden ser de gran ayuda:
Expresar las emociones: Hablar sobre lo que sentimos, ya sea con amigos, familiares o un profesional, permite liberar el dolor y encontrar consuelo.
Crear rituales de despedida: Escribir una carta, encender una vela o visitar un lugar especial puede ayudar a honrar la memoria de nuestra madre.
Cuidar de uno mismo: Mantener una rutina saludable, descansar adecuadamente y buscar actividades que nos brinden paz son fundamentales para el bienestar emocional.
Cuando una madre fallece, el mundo interior de quien la pierde puede tambalearse por completo. El proceso de duelo no es igual para todos, pero suele recorrer distintas etapas que nos ayudan a transitar el dolor y reconstruirnos emocionalmente.
En un primer momento, puede aparecer la negación. Es común sentir que todo es irreal, como si lo ocurrido fuera solo una pesadilla. Muchas personas siguen imaginando que en cualquier momento sonará el teléfono o se abrirá la puerta y ella estará allí. Esta reacción no es falta de comprensión, es un mecanismo natural de la mente para amortiguar el impacto.
A medida que la realidad se hace más evidente, surge la ira. El dolor se transforma en rabia, en preguntas sin respuesta: ¿por qué ella?, ¿por qué ahora?, ¿por qué de esta forma? Este enojo puede dirigirse hacia uno mismo, hacia los médicos, hacia el destino o incluso hacia la propia madre por haberse ido. Es una forma de expresar el vacío desde la emoción.
Más adelante, aparece la negociación. La mente busca formas de entender o revertir la pérdida. Se revive lo ocurrido una y otra vez, pensando en qué se pudo haber hecho diferente: “Si hubiese estado más pendiente… si hubiese insistido en otro tratamiento…” Son pensamientos que intentan encontrar una explicación o recuperar el control.
Luego puede llegar una etapa profunda de depresión, donde la tristeza se hace intensa. Se siente un vacío inmenso, una soledad que duele. Nada parece tener sentido. En esta fase, muchas personas se aíslan, pierden interés en sus rutinas y sienten que nunca volverán a sentirse igual. Es importante recordar que esta tristeza, aunque dolorosa, es parte natural del proceso de sanar.
Finalmente, con el tiempo y el acompañamiento adecuado, se alcanza la aceptación. No significa olvidar, ni dejar de extrañar, sino aprender a vivir con la ausencia. Se empieza a encontrar paz, se rescatan los recuerdos con amor y se reconoce que el vínculo con mamá sigue vivo, aunque su presencia física ya no esté.
Comprender estas etapas ayuda a validar lo que sentimos y a darnos el permiso de vivir nuestro duelo con humanidad y compasión. Porque cuando mamá falta, el dolor es real, pero también lo es la posibilidad de sanar.
Buscar apoyo profesional: Un psicólogo puede ofrecer estrategias personalizadas para transitar el duelo y encontrar sentido en medio del dolor.
Recordar que no estamos solos en este proceso es vital. El acompañamiento adecuado puede marcar la diferencia en nuestra capacidad para sanar y seguir adelante con nuestras vidas, llevando con nosotros el amor y los recuerdos de quien nos dio la vida.
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