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Duelo emocional: Cómo enfrentar lo que se siente cuando la pérdida cambia todo

  • Foto del escritor: Psicólogo Juan Rojas
    Psicólogo Juan Rojas
  • 9 jun
  • 4 Min. de lectura

Por: Juan Rojas, Psicólogo General Sanitario en San Sebastián - Donostia



A veces, la vida se detiene sin previo aviso. Un día todo sigue su curso, y al otro, una ausencia lo cambia todo. El duelo llega sin pedir permiso y sin instrucciones. No avisa cómo será ni cuánto durará. Solo llega, y lo inunda todo. Aparece en el cuerpo, en los pensamientos, en la respiración, en la mirada. Se instala en lo cotidiano, en lo que antes tenía sentido, y ahora pesa. Y no siempre se manifiesta como tristeza. A veces es silencio, rabia, miedo, confusión, cansancio extremo, o la extraña sensación de estar vivo por inercia, sin saber bien cómo seguir.


Hay quienes viven el duelo de forma contenida, sin hablar mucho, como si proteger a los demás fuera más importante que mostrar el dolor. Otros lo expresan intensamente, necesitan contarlo, llorarlo, escribirlo. Y también están quienes lo esconden, porque sienten que ya ha pasado “mucho tiempo” y no deberían seguir sintiendo lo que sienten. Pero lo cierto es que no existe un tiempo válido ni una forma correcta de vivir un duelo.


Cada persona lo atraviesa desde su historia, desde la relación que tuvo con lo perdido, y desde la manera en que aprendió a sostener la vida cuando algo se quiebra por dentro.


La pérdida de alguien significativo no solo duele por su ausencia física. Duele porque también se va una parte de nosotros: la que compartía con esa persona, la que se sentía acompañada, cuidada o comprendida. En muchos casos, lo que más duele no es la muerte en sí, sino todo lo que se queda sin decir, sin cerrar, sin resolver. Las preguntas que ya no tienen respuesta, las palabras que quedaron atrapadas en la garganta, los momentos que ya no ocurrirán.


Vivir un duelo no es debilidad. Es humanidad. Es la respuesta natural a una pérdida significativa. Y aunque socialmente se espera que nos recuperemos “rápido” o que sigamos como si nada, el cuerpo y el alma tienen sus propios ritmos. No se puede apurar lo que necesita ser sentido. Y lo que no se siente, muchas veces se queda dentro, en forma de ansiedad, de bloqueos emocionales, de desconexión con uno mismo o con los demás.


Trabajar el duelo en terapia no borra lo vivido, pero sí permite comprender, ordenar, resignificar. No se trata de olvidar, sino de aprender a convivir con esa ausencia sin que lo perdido lo ocupe todo. Se trata de poder hablar del tema sin quebrarse por dentro. De recordar sin que cada recuerdo duela como el primer día. Se trata de hacer las paces con el pasado y abrir espacio, poco a poco, para volver a estar presente.


En consulta, suelo escuchar frases como: “ya han pasado años y sigo sintiéndome mal”, o “siento que me rompí y no me volví a armar del todo”. Y eso es válido. Porque a veces el tiempo pasa, pero el duelo no avanza. No porque la persona no quiera, sino porque no sabe cómo hacerlo sola. Y ahí es donde la ayuda profesional se vuelve necesaria y transformadora.


La vida después de una pérdida no vuelve a ser igual, pero puede volver a tener sentido. Puede volverse más consciente, más real, más honesta. El dolor no desaparece, pero se transforma. Y lo que parecía imposible de sostener, se vuelve más liviano cuando se nombra, se comparte y se trabaja con alguien que te escucha sin juicio, con respeto, con humanidad.


Soy Juan Rojas, Psicólogo General Sanitario. Atiendo online desde España a personas que están atravesando un proceso de duelo, en cualquier lugar del mundo. Si has perdido a alguien o algo importante y no sabes cómo seguir, quiero que sepas que no tienes que hacerlo solo/a. Tu dolor merece ser atendido. Tu historia merece ser escuchada. Y tu proceso, acompañado.


Herramientas desde la psicología para afrontar el duelo emocional

El duelo no desaparece si se ignora. Desde la psicología, acompañarlo con conciencia permite procesar el dolor con más equilibrio. Nombrar lo que se siente, incluso con una carta al ser querido, ayuda a liberar emociones que quedaron atrapadas. Validar la tristeza, la rabia o el miedo es parte del camino.

Comprender que el duelo no es lineal también alivia. Pequeños rituales como plantar algo o guardar recuerdos permiten resignificar la pérdida sin aferrarse al sufrimiento. Cuidar el cuerpo es esencial: descanso, alimentación y contacto con el entorno sostienen emocionalmente.


En terapia se trabaja el vínculo con lo perdido, no para olvidar, sino para transformar. A veces, lo que más ayuda no es entender, sino tener un espacio seguro donde sentir. La psicoterapia ofrece eso: acompañamiento sin prisa, con respeto.


Duelo no es debilidad. Es parte de amar. Y a veces, necesitamos ayuda para atravesarlo.

Por: Juan Rojas, Psicólogo General Sanitario en San Sebastián - Donostia
Por: Juan Rojas, Psicólogo General Sanitario en San Sebastián - Donostia

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