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Duelo por aborto deseado: causas, consecuencias psicológicas y marco legal en países donde está permitido

  • Foto del escritor: Psicólogo Juan Rojas
    Psicólogo Juan Rojas
  • 6 jul
  • 3 Min. de lectura

Por: Juan Rojas, Psicólogo General Sanitario en San Sebastián - Donostia


A veces la vida nos lleva a tomar decisiones difíciles. El aborto deseado es una de ellas. Aunque se trate de una elección personal, libre y protegida por la ley, eso no significa que no duela. La psicología nos recuerda que el dolor emocional no siempre surge por lo que nos hacen los demás, a veces surge de las decisiones que nosotros mismos debemos tomar para protegernos, para cuidarnos o para seguir adelante.


Elegir interrumpir un embarazo, incluso cuando la decisión es clara y necesaria, puede remover sentimientos profundos. A veces aparece tristeza por lo que pudo ser y no fue. Otras veces culpa, porque socialmente nos han enseñado que decidir sobre nuestro cuerpo es algo malo. O simplemente aparece el vacío, ese espacio interno que nos recuerda que hemos cerrado una etapa importante de nuestra vida.


El duelo por un aborto deseado no tiene una única forma. Algunas personas sienten alivio, otras tristeza, otras ambas cosas al mismo tiempo. Y todas esas emociones son válidas. No hay una única manera correcta de vivirlo. Sentir dolor después de decidir es parte del proceso humano. Porque no somos máquinas. Somos personas que sienten.


En el corto plazo, el duelo puede manifestarse como insomnio, tristeza, pensamientos repetitivos o cambios en el estado de ánimo. Puede que algunas personas se sientan desconectadas de su entorno o que tengan dificultades para expresar lo que sienten. Es normal.


A largo plazo, si ese duelo no se acompaña emocionalmente, puede convertirse en un peso que afecta otras áreas de la vida. Pero cuando se permite sentir y hablar, el dolor se transforma poco a poco en aprendizaje, y el silencio en serenidad.


En los países donde el aborto está permitido por ley, como ocurre en muchos lugares, el marco legal protege a la persona que toma esta decisión. Se garantiza que pueda hacerlo de manera segura y sin riesgos legales. Pero la ley, aunque importante, no cubre el corazón. El corazón necesita escucha, apoyo psicológico y un espacio seguro donde sanar.


El aborto deseado no define a la persona que lo vive. Es solo una parte de su historia, una decisión tomada en un momento concreto de la vida. La vida sigue después de esa decisión, con nuevas oportunidades, nuevas metas y nuevas formas de cuidarse.


Por eso, cuando la tristeza o la culpa aparezcan, es importante recordarse que decidir con responsabilidad es un acto de valentía, no de debilidad. Y que buscar ayuda profesional o emocional no es un fracaso, sino un paso necesario hacia el bienestar.


Cada persona lleva su duelo de manera distinta. Lo importante no es cómo lo vives, sino que no lo vivas en soledad.


Cuando una persona decide interrumpir su embarazo de manera consciente, dentro de un marco legal que respeta su derecho a decidir, puede pensar que no habrá dolor emocional. Sin embargo, la psicología nos muestra que el duelo no siempre responde a la lógica. El duelo puede aparecer incluso cuando la decisión ha sido voluntaria, porque las emociones humanas son profundas y complejas.


Consecuencias psicológicas a corto plazo


Después de un aborto deseado, es habitual que la persona experimente emociones contradictorias. Algunas de ellas pueden ser:

  • Tristeza o sensación de pérdida, aunque la decisión haya sido meditada.

  • Alivio por haber tomado una decisión necesaria para su bienestar personal.

  • Culpa o duda, generadas por creencias sociales, culturales o familiares.

  • Cambios en el estado de ánimo debido a los procesos hormonales y emocionales.

  • Dificultad para dormir o concentrarse.

Estas emociones no indican que la decisión haya sido incorrecta, sino que reflejan el proceso natural de adaptación emocional ante un cambio importante.


Consecuencias psicológicas a largo plazo


Cuando el duelo no se elabora de forma saludable, pueden aparecer consecuencias más duraderas, como:

  • Culpa persistente que afecta la autoestima.

  • Evitación emocional, que lleva a no hablar del tema y a guardarlo en silencio.

  • Dificultades en futuras relaciones afectivas.

  • Ansiedad ante nuevas decisiones vitales.

  • Sensación de vacío emocional si no se permite expresar y sanar el dolor.

Por el contrario, cuando se cuenta con apoyo psicológico y el entorno es respetuoso, la persona puede integrar esta experiencia como parte de su vida, sin que la defina ni la limite emocionalmente.

Por: Juan Rojas, Psicólogo General Sanitario en San Sebastián - Donostia
Por: Juan Rojas, Psicólogo General Sanitario en San Sebastián - Donostia




 
 
 

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